A
día de hoy, parece que se ha alcanzado un acuerdo en la Cumbre del Clima celebrada
en París durante las últimas semanas: el
aumento de la temperatura a final del siglo debe quedar “muy por debajo de los
dos grados”.
Desde
luego, se trata de una buena noticia aunque sólo sea por el hecho de que
alrededor de 200 países han acordado un mismo objetivo
La
mayor duda que surge ahora es si este acuerdo llega en el momento adecuado ya
que el término "cambio climático" nos ha acompañado ya durante varios
años y no es algo nuevo que es necesario reducir los gases que nos han llevado
a la situación que vivimos actualmente. Pero
esta pregunta se antoja irrelevante ya que lo que no se ha hecho en el pasado
no se va a solucionar ahora (i.e. el daño que se ha hecho, ya está hecho).
Todos
los países firmantes del acuerdo se han comprometido a tratar de reducir sus
emisiones en el menor tiempo y de la forma más rápida y drástica posibles. Por
supuesto, los países más desarrollados deberán hacer un mayor esfuerzo que los
países en vías de desarrollo (el mal llamado Tercer Mundo) para poder alcanzar
los puntos del acuerdo lo cual puede resultar, a primera vista, una injusticia.
Pero,
¿lo es?
Evidentemente
no.
Los
países cuya "aportación" a la atmósfera de productos contaminantes es
menor, son aquéllos menos desarrollados, por lo que lograr la meta que se ha
fijado será más sencillo.
La
insignificante aportación de elementos contaminantes se debe, sin duda, al bajo
desarrollo de estos países, el cual no se debe a causas estructurales
inherentes al país ni a una mala gestión de sus recursos propios.
Desde
la Primera Revolución Industrial, el hombre (de las naciones de Europa
occidental y de Norte América) ha explotado los recursos naturales para lograr
una transformación económica, social y cultural; alcanzando así un mayor y
mejor nivel de vida. Desde este momento surgió la idea de que "para que
haya ricos debe haber pobres", una idea que todavía está presente en la
actualidad y que trata de justificar el expolio al que los países desarrollados
han sometido (y aún someten) a los países ahora menos desarrollados, con pocos
visos de desarrollo efectivo a corto o medio plazo.
En
definitiva, lo que se pretende con este acuerdo global es evitar la
contaminación del planeta limitando la emisión de gases que perjudiquen la
atmósfera para tratar de legar a nuestros descendientes un futuro mejor, con un
planeta más limpio y habitable.
Como
ya se ha dicho, no parece justo que la limitación sea igual para todos los
países y así lo han puesto de manifiesto a lo largo de las negociaciones países
como China o India, los cuales se encuentran en pleno desarrollo y a los que un
recorte en las emisiones (traducida en un recorte de la producción)
perjudicaría sobremanera, teniendo en cuenta que el objetivo es tratar de
evitar las consecuencias futuras que se generarían de no respetar el Acuerdo a
la vez que se intenta restaurar las ya generadas por otros que se han
convertido en potencias mundiales para lo cual no se han tenido que enfrentar a
cortapisas de ningún tipo.
La
solución a la que se hace referencia ahora es potenciar la inversión en
innovación y desarrollo (I+D+i) ya que con esto se pueden idear nuevas formas
de continuar con la producción en los niveles actuales sin que el medio ambiente
se vea tan perjudicado.
Algunas
preguntas subyacen a todo lo anterior:
¿hablamos
realmente de innovación cuando para desarrollar productos, servicios o modelos de negocio se ha recurrido
históricamente a las mismas técnicas que han producido la situación en la que nos
encontramos actualmente?
¿No
se deberían haber tratado de implementar los avances alcanzados para que no se
cometieran los errores que ya se habían cometido hace décadas y que han
perjudicado al planeta de la forma en que lo han hecho para poder alcanzar así
un desarrollo sostenible para todos los que intervienen en el mercado,
incluidos los países emergentes?
Sé
que puede resultar una visión extremadamente pesimista de la situación actual,
pero resulta difícil de creer que un Acuerdo como el que se ha alcanzado en
estas últimas semanas sirva de pistoletazo de salida para llevar a cabo medidas
que deberían haberse tomado antes, cuando todos los signos indicaban que eran
necesarias.
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